SOBRE LACAN, LECTOR DE DANTE //Por: Ana Victoria Saldarriaga, AP, miembro de la AMP y la NEL-Medellín (Para Piezas Sueltas del 30 de noviembre de 2021)

Durante mi formación universitaria en lingüística y literatura, tuve la fortuna de asistir a un precioso seminario sobre La divina comedia de Dante. Me prometí que algún día la leería y quizás ese día hubiera sido nunca, si no fuera por los azares del Yotube[1], pues hace unos meses me di cuenta de que se estaban conmemorando los 700 años de la muerte del poeta. Así pude escuchar un hermoso video sobre la obra que refrescó mi antigua promesa, pero ya no sólo por motivos literarios y humanos, sino, muy especialmente, psicoanalíticos, pues están en el mismo horizonte. En efecto, decía el profesor Ángel García Galiano de la Universidad Complutense de Madrid que el camino al que se refiere Dante en los primeros versos no es sustantivo sino verbo:

En medio del camino de nuestra vida

me encontré en una selva oscura

que la recta vía había perdido.

 

Nel mezzo del camin di nostra vita

mi trovai per una selva oscura,

ché la dirita via era smarrita.

 

En italiano, concluye el profesor, “camin” significa “caminar”, a la manera de los versos de Antonio Machado: “Caminante no hay camino/ se hace camino al andar”. Así pues, se trata del acto y no del sustantivo o nombre, que el poeta incluye en la misma estrofa: “vía”. Esto que me remitió inmediatamente a la manera cómo Lacan concibe el acto analítico en su seminario de 1964-65[2]: “[…] el acto (a secas) acontece por un decir, a partir del cual el sujeto cambia. Andar no es un acto sólo porque se diga “eso anda”, o incluso “andemos”, sino porque hace que “yo llego allí”. Y, efectivamente, tal como en Edipo o en Don Quijote, en La Divina comedia, no hay más aventura que la de la palabra en todos sus registros y la consecuente transformación de sus agentes.

En su presentación de la obra, el profesor García habla a cada tanto del “paso de Dante”, incluso, del “contrapaso”, de tal manera que, al final me dije: “¡Pero eso es como el pase en psicoanálisis!” Comprenderán entonces mi alegría con este reencuentro de la obra y mi decisión de hacer más cercano el día para empezar a leerla. Claro, sin afán, incluso por fragmentos, porque no se va tras el final, pues no hay suspenso, sino tras las palabras que, poco a poco van haciendo acto. Como Edipo y Don Quijote, Dante, autor, narrador o personaje, no será el mismo al final de la obra. Y como don Quijote, su relación con el amor y la mujer habrán cambiado también sustancialmente. Índices, pues de ciertos decires que operaron un cambio en cada uno de ellos, a partir del “horror de haber sabido”, como dice Lacan respecto a Edipo en el seminario 10[3].

En mi entusiasmo, y por curiosidad, quise saber qué habían dicho Freud y Lacan sobre la obra. De Freud, era de esperar algo, dada su formación literaria. Y, efectivamente, hay menciones en La interpretación de los sueños (1900), Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci (1911) y en Lo ominoso (1917); todas, en aras al esclarecimiento de la clínica. Con Lacan, como me ocurre a menudo, fui yendo de sorpresa en sorpresa. En primer lugar, claro, era de esperar que también, se hubiera referido a ella, pero lo que me sorprendió fue la cantidad de veces. ¡Había 14 en los seminarios!, según el índice referencial de Henri Krutzen. En ese punto, no me quedaba si no una cosa para hacer: proponer a la comisión de biblioteca de la sede la posibilidad de comentar algunas de esas 14 referencias, como “Piezas sueltas”, en compañía de otras dos o 3 personas. Y, gracias a su acogida, estamos esta noche conociendo a este Lacan, lector de Dante, cosa que agradezco a la comisión en nombre de Marcela y Nathalie, que se sumaron a la exploración, y en el mío propio.

Pero las sorpresas continuaron, pues al revisar las referencias, me di cuenta de que no era sólo cosa de su primera enseñanza, como se pudiera pensar, dado el carácter llamado “clásico” de la obra. Justo después del seminario sobre Joyce, por ejemplo, en dos lecciones del seminario 24, el trabajo de Dante es marco de sus reflexiones. Uno diría que Dante pasó por la prueba Joyce en la enseñanza de Lacan. Como ven, se esboza ahí un programa de lectura investigativa bien sugestivo: ¿Qué dice Lacan de Dante antes y después de Joyce y por qué?

Revisando un artículo sobre Lacan y Dante[4], encontré que las referencias en sus escritos vienen de mucho antes de la primera reseñada por Krutz, la del seminario 7 en 1960. En 1948, en “La agresividad en Psicoanálisis”[5]; en 1958, en Juventud de Gide[6]; en 1960 en Subversión del sujeto[7]. Pero también, según el índice de Los Otros Escritos, en 1968, en “Alocución sobre las psicosis del niño”[8]; en1972, en El Atolodradicho[9], y en 1974, en Televisión[10].

La última sorpresa que me llevé fue que, después de revisar algunas de esas referencias, me di cuenta de que Lacan no sólo era lector de Dante, sino que había llevado con él una suerte de “interlocución” en asuntos lenguajeros. O al menos, así es como logro interpretar lo que él dice del poeta. Me pareció además que son citas preciosas a partir de las cuales, como me pedía Cecilia María Restrepo, la coordinadora de Piezas sueltas, pudiera hacerse un homenaje a Dante. Les comparto tres de ellas. En el seminario 12, encontramos, por ejemplo:

  1. 7: Dante…después de otros, antes que otros, mucho antes que otros aún, introduciendo en su Elocuencia de la lengua vulgar de la cual hablaremos este año, las cuestiones las más profundas de la lingüística…dice que toda ciencia -y es de una ciencia que se trata para él- debe poder declarar lo que hay que traducir por “su objeto”, y nosotros estamos todos de acuerdo[11].

 

  1. 15: Hablé ahora de Dante y de su topología finalmente ilustrada en su gran poema. Me formulé la cuestión: yo creo que, si Dante volviera, él se encontraría, al menos en los años anteriores, muy cómodo en mi seminario. Quiero decir que no es porque para él todo viene a girar alrededor de la sustancia y el ser…alrededor de lo que se llama el punto, que es el punto a la vez de expansión y desvanecimiento de la esfera…que él no habría encontrado el más grande interés en la manera cómo nosotros hemos interrogado el lenguaje.

 

Es decir que Dante hubiera encontrado el más grande interés en la manera como Lacan ha venido interrogando el lenguaje en sus seminarios, a pesar de que, para él (Dante) todo giraba alrededor de la sustancia y el ser. Por eso lo imagina muy “cómodo” en su seminario. Diríamos, a la inversa, que, entonces, Lacan se encuentra, a su vez, en las reflexiones y búsquedas lenguajeras de Dante. Comparten el mismo campo de trabajo a pesar del tiempo. En el seminario 24, doce años después Lacan dirá algo que hace de Dante más bien un colega en asuntos de lalengua como la entendemos hoy. Reconoce que, mientras Dante creó una lengua nueva a partir de los equívocos o “fallidos” de esas viejas lenguas que eran para él latín y su propia lengua materna, el florentino en vía de constitución, él ha creado una lengua nueva a partir de los equívocos de la lengua de su primera enseñanza. Así, al menos, entiendo cuando dice (p. 57):

Él ha creado… no lo que yo tampoco he creado, a saber, un metalenguaje

…él ha creado lo que uno puede llamar una nueva lengua, lo que uno podría llamar “una metalengua”, porque después de todo, toda lengua nueva es una metalengua, pero como todas las lenguas nuevas, ella se forma sobre el modelo de las antiguas, es decir que ella es fallida (ratée).

 

En fin, así como Cervantes y su Don Quijote fueron para Freud, marco de sus reflexiones clínicas, tal como lo atestigua su lectura en el bachillerato, su relectura años después y las referencias en su obra a Sancho o al humor en general; me atrevo a decir, que de la misma forma, la obra de Dante fue uno de los marcos principales en las de Lacan, dada la frecuencia de sus referencias y, muy especialmente, sus lecciones del 8 y del 15 de marzo de 1977, en el Seminario 24, de las que hablaré más adelante. Ahora le cedo la palabra a Nathalie que nos hablará de una de las referencias del seminario 7.

 

[1] García Galianao, Ángel. “La estructura moral de la Divina Comedia”. Recuperada de: https://www.youtube.com/watch?v=icw-C9SsVog

[2] Lacan, Jacques. “El acto psicoanalítico -Reseña del seminario 1967-68”. En: Otros escritos. Buenos Aires, Paidós, p. 395.

[3] Seminario 10, p. 176.

[4] Sigal, Nora Lia (2011). Allí donde el sol calla. El dolor en la divina comedia. III Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XVIII Jornadas de Investigación Séptimo Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. PDF, p. 2-3. (https://www.aacademica.org/000-052/870).

[5] Hace alusión a la historia de Paola y Francesca en el canto V del infierno

[6] La referencia es a Dante y Beatriz

[7] “Se refiere al círculo infernal de la demanda. No es precisamente Dante, pero sí el infierno”.

[8] Otros Escritos, p. 383.

[9] Idem, p. 500 y 511,

[10] Idem, p. 552-53

[11] Los subrayados son míos.

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