SELECCIÓN DE TEXTOS PARA “PIEZAS SUELTAS DEL 30 DE NOVIEMBRE”:
LACAN, LECTOR DE DANTE
Inscripciones: https://us02web.zoom.us/meeting/register/tZYlde6vqD0sE9VrX6qefl-9dwibydSnhM93
PRIMERA PIEZA SUELTA: Dante y Beatriz
Lectora: Nathalie Londoño, amiga de la sede
1.- Lacan, Seminario 7, La ética del psicoanálisis (1959-60), Ediciones Paidós. Buenos Aires Argentina. p. 187
“El hecho de que en ocasiones su cuerpo sea descrito como g´ ra delgate e gen, vale decir que exteriormente las redondeces formaban parte del sex- appeal de la época –e gen quiere decir graciosa-, no debe engañarlos, pues siempre se la llama así. En este campo poético, el objeto femenino está vaciado de toda sustancia real. Es esto lo que a continuación le hace tan fácil a determinado poeta metafísico, a un Dante por ejemplo, tomar a una persona que se sabe que existió sin duda -a saber, la pequeña Beatriz a la que había enamorado cuando ella tenía 9 años,
que permaneció en el centro de su canción desde La vita nuova hasta La divina comedia– y hacerla equivaler a la filosofía, incluso en último término a la ciencia sagrada, lanzándole su llamado en términos tanto más cercanos a lo sensual cuanto más cercana a la alegoría está la susodicha persona. Nunca se habla tanto en términos de amor muy crudos, como cuando la persona es transformada en una función simbólica.”
2.- Referencia de Dante: Divina Comedia – Paraíso – Canto X
SEGUNDA PIEZA SUELTA: El amor cortés y Beatriz
Lectora: Marcela Ospina, asociada a la sede
1.- Lacan, Seminario 9: La identificación (1961-62). Clase 13: miércoles 14 de marzo de 1962
Pag 333, PDF: Versión crítica. Ricardo E. Rodríguez Ponte.
«Esto no es propiamente pensable más que, justamente, en tanto que en el goce el medium que interviene — medium por donde es dado acceso a su fondo, que no puede ser, se los he mostrado, sino la Cosa — que este medium no puede ser también más que un significante. De donde ese extraño aspecto que toma a nuestros ojos la dama en el amor cortés: no podemos llegar a creer en ella, porque ya no podemos identificar a ese punto un sujeto viviente a un significante, una persona que se llama Beatrice con la sabiduría y con lo que era para Dante el conjunto, la totalidad del saber.»
2.- Referencia de Dante: Divina Comedia: Canto IV del Paraíso
TERCERA PIEZA SUELTA: De lo real, la bufonería y la poesía amorosa en Dante Alighieri
Lectora: Ana Victoria Saldarriaga, AP, miembro de la NEL-Medellín y de la AMP
1.- Lacan, Seminario 24, Lo no sabido que sabe de la una-equivocación se ampara en la morra (1976/77). PDF trad. Bibliopsy, p. 31.
Como sucede comúnmente en los prefacios, yo estaba propenso a aprobarme, incluso a
aplaudirme. Esto es del orden de la comedia, y eso me llevó hacia Dante.
Esta Comedia es divina, por cierto, pero eso no quiere decir más que una cosa, esto es
que es bufa — hablo del bufón en l’Etourdit. Se pueden hacer bufonadas sobre la
pretendida obra divina. No hay la menor obra divina, a menos que uno quiera identificarla
con lo que yo llamo lo real. Pero tengo que precisar la noción que me hago de lo real —
me gustaría que ella se difunda.
Hay una faz — sí, uno se atreve a adelantar términos así — hay una faz por la cual este
real se distingue de lo que le está, para decir la palabra, anudado.
Si se puede hablar de faz, es preciso que eso tome su peso, quiero decir que eso tenga un
sentido. Si puedo adelantar la noción de lo real, es en tanto que ella es consistente. Y ahí,
quisiera hacer una observación a propósito de los redondeles de hilo que ustedes
conocen, en lo que hago consistir la triada de lo real, de lo imaginario y de lo simbólico a la
cual he sido impulsado por las histéricas, de manera que he vuelto a partir del mismo
material que Freud, puesto que es para decir algo coherente sobre las histéricas que
Freud edificó toda su técnica, que es una técnica, es decir algo muy frágil. ¡Y bien! los
redondeles de hilo, eso no se sostiene — es preciso un poco más.
[…]
Hilando aquello de lo que se trata en el Dante en cuestión, he sido llevado a releer un viejo
libro que me trajo mi librero, un libro publicado en 1854 por un tal Delécluze que era un
compañero de Baudelaire. Se llama “Dante y la poesía amorosa” — lo que no es
tranquilizador — en tanto que es en ocasión de dicha poesía amorosa que Dante comenzó
a hacer bufonadas.
Él ha creado, no lo que yo tampoco he creado, a saber, un metalenguaje, sino una nueva
lengua, lo que se podría llamar una metalengua. Toda lengua nueva es una metalengua,
pero como todas las lenguas nuevas, se forma sobre el modelo de las antiguas, es decir
que está fallada.
¿Qué es lo que hay como fatalidad, que hace que, cualquiera que sea el genio de alguien,
recomienza en el mismo riel, ese riel que hace que la lengua esté fallada, y que, en suma
sea una bufonada de lengua? La lengua francesa no es menos bufa que las otras. Es
únicamente porque nosotros tenemos de ella el gusto y la práctica que la consideramos
como superior. No tiene nada de superior, es exactamente como el algonquino o el coyote,
no vale más. Si valiera más, se podría decir de ella lo que enuncia Dante en alguna parte,
en un escrito que hizo en latín, Nomina sunt consequentia rerum.
2.- Referencia de Dante: Fragmento de Elocuencia de la lengua vulgar (1303-4 ~) (De Vulgari Elocuentia) Recuperado del Blog: “El poder de la palabra”
(https://www.epdlp.com/texto.php?id2=5306):
«Después que hemos batido cazando los bosques y los prados de Italia, y no encontramos al exótico animal que perseguimos, debemos investigar más científicamente sobre él para poder descubrirlo, y para que, con nuestro inteligente estudio, le hagamos caer más profundamente en nuestras redes, a aquel que se olfatea por todas partes y no aparece por ninguna.
Volviendo a tomar, por tanto, todas nuestras armas, afirmamos que en todo tipo de cosas conviene que haya una con la que puedan compararse todas las fuerzas de aquel género, e incluso calibrarse, y por la que percibimos la medida de las otras: así, como en cuanto al número, todos los demás se miden respecto al uno, y se calculan más o menos según lo que distan del uno o se aproximan a él; como también en los colores respecto al blanco, pues se consideran más o menos visibles, según se acerquen o se aparten del blanco. Y del mismo modo que afirmamos sobre estas cosas que evidencian una cantidad y una cualidad, opinamos que puede decirse también de cualquier predicamento, incluso de la substancia: es decir, que cualquier cosa puede ser medible, según lo que existe en su género, respecto a aquello que es indivisible en su propio género.
Por ello, respecto a nuestros actos, según en cuántas especies se dividan, conviene que se encuentre esta señal con la que puedan medirse también ellos mismos. Pues en cuanto actuamos simplemente como hombres, tenemos la virtud (para que lo entendamos más ampliamente), pues según ella juzgamos al hombre como bueno o malo; en cuanto actuamos como hombres ciudadanos, tenemos la ley, respecto a la cual se dice si un ciudadano es bueno y malo; en cuanto actuamos como hombres italianos, poseemos ciertos signos sencillísimos, como son las costumbres, la moda y la lengua, con las que se pueden calibrar y medir las acciones italianas.
Las que son realmente más notables de entre aquellas que son acciones de los italianos, ésas no son exclusivas de ninguna ciudad de Italia, y son comunes a todas; entre éstas se puede ahora descubrir aquella lengua común que anteriormente perseguíamos, porque deja su huella en cualquier ciudad, pero no reside en ninguna.
Puede, sin embargo, olfatearse en una ciudad más que en otra, como la más indivisible de las substancias, que es Dios, deja su huella más en el hombre que en un bruto animal, o en un animal más que en una planta; en ésta más que en un mineral, y en éste más que en un elemento; en el fuego más que en la tierra; y la más indivisible cantidad que es el número uno, se detecta mejor en el número impar que en el par; y el color más simple, que es el blanco, se detecta mejor en el amarillo que en el verde.
Encontrando así lo que buscábamos, llamamos insigne, cardinal, áulica y curial a la lengua común en el Lacio, la que es propia de toda ciudad italiana y da la impresión de que no es de ninguna, y con la que se miden y calibran y comparan todas las lenguas comunes de los municipios de Italia.”