En la época en la que se promueven los Uno solos, el auto amor como cierto paradigma ante el desencuentro, el psicoanálisis reconoce el valor del lazo, el valor del lazo al Otro sobre el fundamento del S (A tachado).
Es por ello que hoy nos convoca el trabajo en torno a la transferencia aun. Aun en una dimensión, del no-todo dicho sobre la transferencia que cada caso introduce a partir de lo contingente. De otro modo, es un aun, en la medida que en psicoanálisis los conceptos no están coagulados. También, el aun introduce otra cosa, un signo de real. Sabemos que Lacan lo usa con equivocidad homofónica con en-corps[i] (en cuerpo). No elude la equivocidad propia de lalengua hasta el final de su enseñanza. Hay una dimensión no-todo del amor en la transferencia cuando el misterio del cuerpo hablante es sometido al análisis.
Me he referido en otro momento a la potencia que veo en la expresión de Freud en sus puntuaciones en 1910 respecto a una psicología sobre el amor, es esa enigmática expresión en singular de la condición de amor, aunque él lo propone inicialmente en plural “las condiciones del amor”[ii], con una serie de generalidades que hacen a una psicología del amor y se desliza a la fijación, lo que se fija de manera singular. Freud hace pensar en la necesidad de abordar el eros más allá del amor imaginario que está orientado en todos los casos a la degradación de este y por eso introduce esa idea de la condición de amor para hacernos pensar en que más allá de la degradación del amor, hay que darle lugar al signo de real que hay en el amor. La dignidad del amor de transferencia que Freud intenta hacer existir al pensar en la condición de amor, indica que se juega una elección singular, el amor en su cara pulsional y que con Lacan podemos decir, el signo de real en el amor.
Es tarea del analista servirse del carácter operatorio de la transferencia, antes que los engaños, para ir más allá, es decir, habría que reconocer los distintos arreglos del parlêtre con el amor.
Pensar la transferencia aun, sugiere una dimensión ética de la práctica, la pregunta por si el analista está a la altura de soportar, es decir, hacer soporte a los arreglos, a las soluciones singulares del parlêtre y sus intentos de hacer lazo ante el amuro[iii] de la no relación sexual. No hay relación sexual, pero hay las modalidades del lazo transferencial.
El amor de transferencia en la psicosis
Quisiera proponer una tesis y es que en la psicosis es posible ir más allá de la erotomanía de transferencia, pero no sin ella.
Conviene entonces mantener abierta la pregunta por otras formas de hacer lazo en la psicosis, de dar lugar a lo nuevo, más allá de la erotomanía de transferencia, y, esencialmente, el lugar que conviene al analista para alojar algo del arreglo singular de un sujeto. Lugar que es cambiante, y que no aplica para todos los casos. En cada caso hay que ver de qué modo el analista hace parte de ese arreglo, sinthomático en algunos casos y en otros menos consistente.
La erotomanía pone en evidencia ya la estructura del amor en su odioamoramiento, el lado infernal del amor con lo que cada uno tiene que arreglárselas, no solo el psicótico, pero la psicosis lo hace ver en primer plano.
Lacan en el seminario 20, es contundente al decir con tono irónico a la vez que advertido, a los analistas “¿De qué se trata entonces en el amor? El amor es […] ¿hacerse uno? ¿Es el eros tensión hacia el Uno?”[iv], se mantiene en tono de pregunta, pero advierte que. habría siempre una tendencia al Uno con el Otro, que es el lado erotómano del amor. Un imposible, por eso, al amor, “cuando se le mira de cerca, se pueden ver sus estragos”[v].
Guy Briole, en unas jornadas en la Nel-Medellín sobre las pasiones, se refería a que la erotomanía de transferencia requería la mayor de las prudencias, pero a la vez orienta la práctica y ubica el deslizamiento del amor al goce, puesto que a la vez que emerge el “él me ama”, se desliza al “quiere gozar de mí”, (no es textual, lo tomo de las notas de este evento).
No siempre es fácil advertir, en cada caso, el sesgo erotómano, pero puede aparecer en el reclamo incesante de la presencia del analista, la condición única, para alojar sus intentos de arreglo con el cuerpo porque el “amuro aparece [para el parlêtre] en señales extrañas en su cuerpo”[vi]. Un cuerpo habitado por un goce que intenta localizar en algunas partes del cuerpo, bajo la forma de un dolor, una auto lesión o síntomas hipocondriacos. Este tratamiento de lo real por lo real hace pensar en el intento de localización ese goce, a la vez que el intento fallido de hacerlo pasar al campo del Otro.
Retomo mi idea basada en la pregunta por el amor de transferencia más allá de la erotomanía, pero no sin ella, puesto que es la estructura propia del amor. A la vez que la pregunta por la posición que conviene al analista para hacer partenaire al sujeto psicótico y sus pequeños arreglos.
Más allá de la imagen, más allá de las identificaciones, incluso de los narcisismos del analista, haría falta que él mismo pueda hacer callar el amor en él para hacer operativa la transferencia en la singularidad del caso. Para lo que hace falta la docilidad del analista advertido.
El amor tiende al Uno, pero no se hace Uno con el Otro, no ir más allá es ignorar la dimensión de dignidad del amor, más allá de las identificaciones. Al analista le corresponde no degradar el amor y permitir lo nuevo en el lazo, puesto que su propia experiencia de análisis -es lo que testimonian los AE-, le ha hecho saber en su propio caso, lo que lo causa.
La presencia del analista puede ofrecer, en ocasiones, un borde en el cual el parlêtre se apoya, pero es una solución frágil. Son los casos en que difícilmente se puede prescindir del analista y separarse.
Tal vez la idea de Lacan de hacerse secretario del alienado toma relevancia en la medida que se tenga en cuenta que también hay algunas particularidades para tener en cuenta en la paranoia y en la esquizofrenia. A mi juicio, hacerse secretario del alienado en la esquizofrenia tiene una condición adicional, puesto que para la paranoia en la escritura de su delirio esto cobra relevancia máxime si logra publicar, como Schreber y Joyce mismo al publicar, eso hace lazo con el Otro. En el campo de la esquizofrenia es más evidente que el parlêtre intenta, en los arreglos con el cuerpo localizar algo en el campo del Otro. Aquí quiero seguir una propuesta de Bernard Seynhaeve[vii], quien introduce un nuevo concepto el secretario del alienado a la letra, hacerse secretario a la letra del parlêtre, resaltando el valor de acto que hay allí. Se trata de una docilidad activa en la que el analista es más bien editor del texto hecho de los S1 que intenta escribir el parlêtre.
Dignidad del amor de transferencia y docilidad del analista en la época del Otro que no existe
Hay en la transferencia una dimensión trans, no binaria, en oposición al binarismo de la reciprocidad del amor, del todo o nada, al que se ve sometido el parlêtre en la época del Otro que no existe.
¿Es posible hacer que el parlêtre haga un pasaje al campo del Otro?, pasar de someterse a los imperativos del amor tiránico, a una alteridad inicial, otro lazo bajo transferencia; una alteridad que introduzca algo de lo nuevo ante la tiranía de una repetición en la que se hacen evidentes los arreglos singulares con el amor. He aquí el valor de orientarse por una clínica de la repetición iteración.
En la época de la generalización de la inexistencia del Otro, cada cual está librado a la singularidad de las soluciones que elabora. La Inexistencia del Otro hay que pensarla también como defensa contra lo real. Por ello me parece orientador este señalamiento de Miller en Hacia lo real cuando dice “La inexistencia del Otro no es antinómica de lo real, sino correlativa”[viii] Sugiere en este mismo texto que es tarea del analista orientarse por la singularidad del paciente, esto es, su relación particular con el goce.
No obstante, la singularidad tiene su lado orientador respecto a lo real, a la vez que se constituye en una dificultad en la época frente al empuje generalizado al individualismo y la uniformización. La llamada independencia se ha hecho un imperativo y una promoción de los narcisismos redoblados de semblantes más o menos rígidos y otros líquidos.
Sujetos aplastados por su goce y la pulsión mortífera, menos pacificados por el ideal y más sometidos a los imperativos superyoicos de individualismo. Hay un relieve en el carácter de captura narcisista de ese amor que se busca a imagen y semejanza del rasgo narcisista como bien lo señala una paciente “mi aliento es tuyo, tuyo lo mejor de mí”.
El destino de degradación del amor lo verificamos en su pregnancia imaginaria en la secuencia flechazo-enamoramiento-indignidad. Es el lado de trampa narcisista del amor, sobre lo que advierte Freud.
También advierte que el amor es el fundamento del lazo, a la vez que es fundamentalmente equivoco. Y que la estructuración de los lazos está soportada en las identificaciones férreas y así sean liquidas como bien lo ha señalado Bauman.
El analista, se propone ir más allá de la captura narcisista propia de las elecciones de amor, ir más allá es captar el rasgo de real, captar la articulación que hay entre amor y goce.
En este sentido, la manera de caracterizar al sujeto de la época del Otro que no existe me ha evocado esa tesis de Lacan en el seminario 24 sobre la locura generalizada y que ha sido objeto de trabajo de J-A Miller y otros desde la orientación lacaniana. Se deriva de ello otra tesis que me interesa poner a la discusión, habría cierta cercanía entre la época actual y la locura. Sigo en este punto a Fabian Naparstek[ix] cuando se refiere a que la época del Otro que no existe nos libera del Otro, padeciendo la tiranía del objeto a. Él parte de la idea de Lacan de que el loco es libre del Otro, pero sometido al objeto a. Ponerlo en el campo del Otro puede pacificar, ayudar a localizar ese goce.
Esto es algo para seguir trabajando, pero se me ocurre que la llamada toxicidad del lazo de los sujetos de la época se refiere a esta dificultad en la relación al objeto, de separarse y que se le aparece al parlêtre como una tiranía de la voz o la mirada.
*Noches de Escuela abril 5 de 2021
[i] Aun (encore) Adverbio todavía, aun mas, je ne le sais toujours pas. Pero también la expresión homofónica de en-corps, en cuerpo usada en Lacan, J. (1981) Seminario 20 Aun, Paidós.p.13
[ii] Freud, S. (1976) Contribuciones a la psicología del amor en Obras Completas Tomo XI, Amorrortu, P.159
[iii] Lacan, J. (1981) Seminario 20 Aun. Paidós. p. 12
[iv] Lacan, J. (1981) Seminario 20 Aun, Paidós.p.13
[v] Ibid, p.12
[vi] Ibid, p.13
[vii] Seynhaeve, B.(inédito) Notas de conferencia dictara en el mes de marzo de 2021 en homenaje a Virgilio Baio acerca de la practica entre varios. Evento organizado por NR-CEREDA Zaragoza y transmitido vía ZOOM
[viii] Miller, J-A (2019) Hacia lo real En UFORCA. Como orientarse en la clínica, Grama, p.9
[ix] Naparstek, F. (2020) Conferencia Los objetos a y el loco” recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=_TOTMjIhZpQ