Traducción de Ana Victoria Saldarriaga[1], con la amable autorización del autor, y con motivo de la conmemoración del aniversario de nacimiento de Freud este 6 de mayo del 2021
Comentario de la traductora: Lengua y lalengua en Freud, una lectura retroactiva
¿Qué de esta fiesta nos es cercano, caso de que estemos dispuestos a reflexionar?
-Heidegger[2]–
Lo que me llamó la atención de este breve artículo de Philipe Lacadée y me movió a proponer la traducción que ofrezco es la manera como logra restituir el valor del legado Freudiano, en el sentido lacaniano del término. No es frecuente encontrar que se hable así de Freud y de su obra, salvo en Lacan mismo. Muchos analistas, dentro y fuera de la AMP, lo dan por “superado” o lo desvalorizan a partir de diversos prejuicios, malentendidos, lecturas “de oídas” y fantasmas a favor o en contra. Aun entendiéndose en el sentido lógico del psicoanálisis[3], estas barreras no dejan de producir tergiversaciones que lo hacen opaco, lejano y ajeno.
Por eso, en el sentido que Heidegger da a las conmemoraciones en su texto “Serenidad”, me pareció que el artículo de nuestro colega de Burdeos podía hacérnoslo un poco más cercano, a través de algunos fragmentos de esa correspondencia con Stefan Zweig que nos anuncia en el título. A mi juicio, son fragmentos escogidos con precisión y articulados siguiendo dos hilos retroactivos, que nos permiten, del lado del psicoanálisis, redescubrir y escuchar a Freud en la frescura y autenticidad de su propia enunciación, siempre investigativa y lógica. Y del lado de la literatura, conocer un autor sorprendente de cuya obra nuestra disciplina supo nutrirse en su momento[4].
Hablo de dos “hilos retroactivos”, porque Lacadée nos hace ver en la lectura que el escritor vienés hace del descubrimiento de Freud, en 1931, dos de los aspectos que Lacan nos enseña a leer en su retorno a Freud desde el principio y hasta el final de sus seminarios: que el inconsciente está estructurado como un lenguaje y su registro pulsional.
Para contribuir a ese redescubrimiento, a posibles reflexiones sobre el valor de la obra de Freud y, quizás, a su relectura cuidadosa, cito a Lacan respecto al primer hilo en “El atolondradicho” (1972)[5]:
En efecto, ¿quién puede dejar de ver, al leerme lo que escribo, o aun oyéndomelo decir en claro, que el analista, desde Freud, está muy adelantado en este asunto respecto al lingüista, a Saussure, por ejemplo, […]. Muy adelantado, dije por qué: la condensación y el desplazamiento anteceden al descubrimiento, con ayuda de Jakobson, del efecto de sentido de la metáfora y la metonimia.
[…].
Este decir no procede más que del hecho de que el inconsciente, por estar “estructurado como un lenguaje”, esto es, lalengua que habita, está sujeto al equívoco con que cada una se distingue. Una lengua entre otras no es otra cosa sino la integral de los equívocos que de su historia persisten en ella. Es la veta en la que lo real, […], lo real de que no hay relación sexual, ha depositado su sedimento en el curso de los siglos.
Hay que aclarar que, si bien podemos hacer equivalentes desplazamiento y metonimia, no ocurre lo mismo con la condensación; ésta no es igual a la metáfora[6], cuyo mecanismo esencial es la sustitución simbólica. La condensación, por el contrario, está en la base misma del mecanismo privilegiado de la lalengua, el equívoco homofónico, fuera de sentido. Nos encontramos entonces un Freud advertido de esta otra vía de la manifestación del inconsciente, real y lenguajero, núcleo del goce. Así lo manifiesta, por ejemplo, en este apartado de La interpretación de los sueños[7]:
Las deformaciones léxicas del sueño se asemejan mucho a las que conocemos en la paranoia, pero que tampoco faltan en la histeria y en las ideas obsesivas. Tanto para el sueño como para las psiconeurosis la fuente común son los artificios verbales de los niños, que en ciertos períodos tratan de hecho a las palabras como si fueran objetos e inventan lenguajes nuevos y formaciones sintácticas artificiales[8].
Treinta años más tarde, en una carta a Zweig, veremos cómo Freud se “quiebra la cabeza” para describir la manera como la lengua del escritor da cuenta de esta relación sexual inexistente. Pasemos entonces ahora al artículo de Philipe Lacadée, donde encontraremos, además, la referencia exacta del segundo hilo retroactivo que identifico en su articulación de las citas escogidas de la correspondencia, el de lo pulsional. Y luego, ¿por qué no?, a un brindis, ¡la ocasión y el artículo bien lo ameritan!
ZWIG CON FREUD: CORRESPONDENCIA DE 30 AÑOS
Philippe Lacadée, psicoanalista miembro de la ECF y de la AMP
« Votre langue épouse vos pensées »[9].
Estefan Zweig es vienés, tiene veinte años en 1901. Escribe sobre Freud mientras Freud vive y recibe de él su aval.
En su aproximación al psicoanalista y desde su descubrimiento, Zweig trata de trasmitir lo que él ha sabido percibir: su carácter único, revolucionario e irreductible. Freud ha sido sensible a este homenaje. Se sabe además de la estima y la amistad que le profesaba al escritor. Sus intercambios fueron múltiples y su correspondencia duradera.
Zweig comprendió que Freud no es ni un literato, ni un filósofo y que con él lo que se llama el inconsciente ya [no es la misma cosa que antes][10], no está más en el mismo lugar, el inconsciente no es más “la terra incógnita en los continentes inexplorados del alma” [i]. No es más “un reservorio oscuro”, “un residuo estancado del alma”[ii].
Zweig es muy preciso: “En todo instante, cada vez que nosotros pronunciamos una palabra, que cumplimos un acto cualquiera, nuestro sentimiento ético o civilizador debe defenderse sin cesar contra el bárbaro instinto de goce. Así toda nuestra vida psíquica aparece como una lucha incesante y patética entre el querer consciente e inconsciente, entre la acción responsable y nuestros instintos irresponsables” [iii]. Con Freud la palabra inconsciente “entra en la ciencia”, y sobre todo no es muda. El [inconsciente] se expresa en cifras y en otros signos o símbolos a descifrar. Zweig tiene la idea de que hay un ciframiento del instinto que se fija en los signos, como una letra [o carta] para leer. Es un inconsciente que habla con su lenguaje. Freud descifra “signo a signo, después elabora un vocabulario y una gramática de la lengua del inconsciente” [iv]. La tesis de el inconsciente estructurado como un lenguaje, que nosotros hemos debido reaprender veinte años más tarde gracias al retorno a Freud de Lacan, Zweig, en 1931, ya lo había percibido.
Pero ¿qué dicen “esas voces que vibran, tentaciones o advertencias, detrás de nuestras palabras y nuestro estado de vigilia y a las cuales nosotros obedecemos más fácilmente que a nuestra ruidosa voluntad” [v]?
Esas voces dicen los goces rechazados, soñados o secretos que no tienen edad, pues Zweig ha comprendido también que la sexualidad con Freud no se limita a la cama, ya sea matrimonial o adúltera, es decir, a los los actos sexuales, y que ella implica esa famosa pulsión de muerte donde tantos otros de sus contemporáneos no vieron más que una elucubración debida a la bilis pesimista de un hombre que envejecía.
Dicho de otra manera, Zweig ha sido iniciado muy pronto a este reverso de la razón. Un reverso que, como él lo reconoció más tarde en El mundo de ayer [vi], es la tela de fondo de la sabiduría trágica de Freud. Ahí está la paradoja esencial de la obra del escritor: él ha hecho todo lo posible para revelar al mundo de la literatura el démon, la bestia, a veces inmunda, que se agita en el corazón del alma humana. Igual, si le resulta difícil nombrar la instancia o incluso la insistencia del goce, paradójicamente, en su obra, él había captado lo esencial. Da testimonio de que las zonas opacas y misteriosas, la compulsión de repetición, o la fascinación por el fracaso o la degradación del ser humano ilustran este lugar del goce fuera de sentido. Es lo que Freud ha reconocido mostrando así cómo el artista precede al psicoanálisis [vii], escribiendo lo que el psicoanalista no logra formular en el llamado sentido común.
Esta conciencia [de Zweig] ha impreso muy pronto en su espíritu la certitud de la fragilidad inherente a la obra de civilización.
Sin duda Zweig cree aun que es la “naturaleza” la que preside a la reproducción de la especie humana, pero él ha percibido de manera notable que, para Freud, es la entrada de causas pulsionales en una racionalidad que se liga a la ciencia. El deseo para Zweig es “una fuerza ciega que quiere gastarse, la tensión del arco que no sabe aún hacia dónde dirigirse, el impulso del torrente que no conoce el lugar donde se va a arrojar. Solo quiere relajarse sin saber cómo lo lograra” [viii]. Uno encuentra aquí la pulsión acéfala y el circuito de la pulsión establecida por Lacan en su Seminario XI en el cual él establece un “montaje”[ix], allí donde Zweig habla de arco.
Freud mismo no se ha equivocado, él quien, el 14 de abril de 1925, comparaba la fuerza de revelación de la fantasía de Zweig con una técnica arqueológica: “Usted sabe aproximar tan de cerca la expresión del objeto que los más finos detalles de éste devienen perceptibles, y que uno cree captar relaciones y cualidades que hasta el presente no habían sido jamás expresadas por el lenguaje. Hacía mucho tiempo que yo me quebraba la cabeza por encontrar un equivalente de su manera de trabajar; finalmente se me ha ocurrido uno ayer, evocado por la visita de un amigo epigrafista y arqueólogo. Es un procedimiento comparable a aquel de tomar el calco de una inscripción sobre una hoja de papel. Uno aplica, es bien conocido, una hoja de papel húmeda sobre la piedra y uno obliga este material maleable a ajustarse [épouser] a las mínimas cavidades [creux] de la superficie que porta la inscripción. Yo no sé si esta comparación le satisfará a usted” [x].
Igualmente, en noviembre de 1931, Freud escribe a Zweig, en ocasión de sus 50 años: “Es la necesidad de decirle a usted entonces a qué punto admiro el arte con el cual su lengua ajusta los pensamientos[11], al igual que la ropa que imaginamos transparente se ajusta al cuerpo de algunas estatuas antiguas[12].” [xi]. Celebrando la aptitud de Zweig para moldear los objetos y restituir su contorno exacto, Freud dice, en su carta del 4 de septiembre de 1926 [xii], haber encontrado un artista y una creación de primer orden, él hace el elogio de tres novelas, Veinticuatro horas en la vida de una mujer[xiii], La confusión de sentimientos [xiv]y Destrucción de un corazón[xv]. Freud felicita a Zweig por la agudeza de su arte que sabe pintar tan bien aquello que hace lo humano.
[1] Psicoanalista, miembro de la NEL-Medellín y de la AMP.
[2] Tomado del artículo Serenidad de Martín, Heidegger. PDF, p. 3. Recuperada de:
http://www.revistas.unal.edu.co
[3] Instante de ver, tiempo para comprender y momento de concluir.
[4] Además de la información que se pueda encontrar en internet sobre el autor, recomiendo este artículo de Memo Ánjel, difundido en el periódico El mundo el 22 de abril del 2020: “Sobre Estefan Zewig y el libro de la vergüenza”: https://www.elmundo.com/noticia/Sobre-Stefan-Zweig-y-el-libro-de-la-verguenza/379551
[5] Jacques Lacan, “El Atolondradicho”, en Otros Escritos, Paidos, 2013, p. 513-14.
[6] Cf. Jacques, Lacan. El Seminario, libro 5, Las formaciones del inconsciente, texto establecido por J.-A Miller, Paris, Seuil.
[7] Sigmund, Freud. “La interpretación de los sueños” (1900), en Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores,2011, Vol. IV, p. 309.
[8] Cf. también la nota que Freud agrega en 1909 sobre el uso de la homofonía en la interpretación de los sueños. Ibid., p. 121, n. 4.
[9] Frase que Philipe Lacadée toma de la correspondencia de Freud a Zweig: “Vuestra lengua ajusta vuestros pensamientos”.
[10] Lo que va entre corchetes son precisiones de traducción.
[11] Hay que tener en cuenta que Freud diferencia muy bien, aún desde sus trabajos sobre las afasias, lo que es la representación de las palabras, ya sea acústica o escrita, de los contenidos o significaciones. Seguramente a ello se refiere en este ajustarse de las letras de Zweig a los pensamientos que expresaban los objetos y sus cavidades o contornos. Cf., por ejemplo, “El chiste y su relación con el inconsciente”, en Obras completas, Amorrortu editores, 2011, Vol, VIII, p. 132, n. 17.
[12] Quizás Freud tenga en mente la imagen de la Gradiva que inspiró a W. Jensen.
[i] Zweig S. &Freud S., La curación por el espíritu, París, La pochoteca, 1931, pg.945.
[ii] Ibid.
[iii] Ibid., p.947.
[iv] Ibid.
[v] Ibid., p.948.
[vi] Zweig S., El mundo de ayer, París, Las bellas letras 2013.
[vii] Cf. Lacan J., Homenaje a Margarita Duras, de El arrebato de Lol V. Stein”, Otros escritos, Paris, Seuil, 2001, p.192.
[viii] Zweig S. & Freud S., La curación por el espíritu, op. cit., p.972.
[ix] Lacan, J., El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos del psicoanálisis, texto establecido por J.-A Miller, Paris, Seuil,1973, p.154.
[x] Freud S., Carta del 14 de abril de 1925, en Zweig S., Correspondencia, Paris Rivages, 1991 t.31-39.
[xi] Freud S., Carta del 28 de noviembre de 1931, en Zweig S. Correspondencia, op. cit., 84.
[xii] Cf. Freud S., “Carta del cuatro de septiembre del 1926”, en Zweig S. Correspondencia, op.cit., p. 53-59.
[xiii] Zweig S., Veinticuatro horas en la vida de una mujer, parís, Gallimard, 2013.
[xiv] Zweig S., La confusión de sentimientos, Paris, El libro de bolsillo, 1992.
[xv] Zweig S., Destrucción de un corazón, París, El libro de bolsillo, 1994: