1. Relecturas freudianas del Caso Juanito
Es un caso que seguimos interpretándolo desde diferentes aristas apoyadas en las observaciones que Freud nos compartió.
- Lectura en la Conferencia 25 (1916-1917) denominada ‘La angustia’.
- El capítulo IV de Inhibición, Síntoma y Angustia[1], (1925), está destinado por Freud, 20 años después, al caso Juanito.
El nuevo ángulo de observación es lo pulsional que no es “culturizado”. Algo hay en esta mujer de la mujer del siglo XX. El caso se toma por la referencia diferente al padre simbólico, sino el vínculo entre la madre tierna y el hijito que le hace pareja:
- Juanito es presa de la excitación sexual. Nuevos objetos pulsionales rodean su mundo.
- Encuentra en la pareja madre-hijo, Agresión sádica y actitud pasiva tierna.
- Huida o cancelación de la investidura del objeto materno
- La fobia o el complejo sintomático, como respuesta, desde la posición de sujeto.
Dualismo de goce: movimiento pendular entre objeto y sujeto
- Desde la posición de objeto del Otro de goce. Moción pulsional donde no hay sujeto. El no – todo del goce falocéntrico.
- Desde la posición de sujeto: a partir de su nuevo goce sexual. Goce falocéntrico
Amenaza de pérdida de un nuevo goce. “La psique cae en el afecto de la angustia cuando se siente incapaz para tramitar, mediante la reacción correspondiente, una tarea (un peligro) que se avecina desde afuera; cae en la neurosis de angustia cuando se nota incapaz para reequilibrar la excitación (sexual) endógenamente generada”.
“Por tanto, donde pesquisábamos sólo una represión de pulsión, tenemos que admitir el encuentro de dos procesos de esa índole; las dos mociones pulsionales afectadas —— forman un par de opuestos; y más aún: si apreciamos correctamente la historia del pequeño Hans, discernimos que mediante la formación de su fobia se cancela la investidura de objeto-madre tierna”.[2]
“La significatividad patógena de este factor se debe a que la mayoría de las exigencias pulsionales de esa sexualidad infantil son tratadas como peligros por el yo, quien se defiende de ellas como si fueran tales, de modo que las posteriores mociones sexuales de la pubertad, que debieran ser acordes con el yo, corren el riesgo de sucumbir a la atracción de los arquetipos infantiles y seguirlos a la represión. Nos topamos aquí con la etiología más directa de las neurosis”[3].
2. Relecturas lacanianas del Caso Juanito
Lacan dedica el Seminario IV, “La relación de objeto” 1956-1957. Luego vuelve al caso en la “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma” (1975).
El síntoma es del orden de lo pulsional: El síntoma se articula a mociones pulsionales libidinosas o de goce. El síntoma, como la inhibición y la angustia son sustitutos de una satisfacción pulsional reprimida. Es la interfaz “mítica” entre lo síquico y lo somático. El caballo que relincha y se revuelca, es una nominación imaginaria que fija una forma de satisfacción.
“satisfacción pulsional” <> Respuesta de orden estructural <> El Síntoma
El caso Juanito Lacan lo lee desde la perspectiva de lo real. En 1975, lo real ya está diferenciado y reconocido en su participación equivalente a los otros dos registros en la estructura subjetiva. También está reconocido el Otro goce o goce femenino, como un goce que no se somete a la ley. Entonces se pregunta: ¿Dónde ocurre la transgresión del orden establecido? La excitación (sexual) endógenamente generada produce un reacomodo de goces.
- Lo que el padre de Juanito muestra es que vive un drama en su vida de pareja, y
- del lado de la madre nos encontramos con la libre exposición del goce femenino sin límites ni horma.
Lacan reconoce un peligro: La posibilidad de que el Otro goce se encarne en lo materno, y ubique allí al hijo. El hijo es esencial para la expresión del amor y el deseo de una mujer, más que para un hombre. En Nota sobre el niño, (1969) ya había dicho que «El niño, en la relación dual con la madre, le da lo que falta al sujeto masculino: el objeto mismo de su existencia, apareciendo en lo real»[4].
El estatuto del niño para ese Otro goce, se tripartió, el niño objeto puede ser tanto: 1) ser el falo de la madre, y puede capturar todo el deseo materno, restándolo al padre; 2) ser el objeto “a” del goce femenino. Ahí el niño es un síntoma sin sujeto, un síntoma del Otro en la dimensión Real. 3) Ser el síntoma de la pareja parental.
Podemos hacer una hipótesis de la secuencia de la elaboración sintomática de Juanito:
- En momento mítico, el “Infans” está llamado a responder al lugar del agujero del Otro materno. Juanito con su cuerpo[5] completa el goce materno.
- Reconocimiento de goces: Algo se impone como “hétero”, que se introduce como tercero en el circuito de sus goces. Esa lectura de goces que penetra y rompe un supuesto paraíso de goce y da lugar a lo que se llamará “la no relación sexual”.
- el goce de cada uno de sus padres; los goces de, por un lado, una cierto tipo de madre, y del otro lado, un cierto tipo de padre: El niño “Desecho”[6] de esos goces, escenario de identificaciones, de amor y de odio, de significantes, de poder y de dependencia, de chantajes afectivos y de goces; de pulsiones reprimidas o desbocadas. Necesidad de separarse de esos goces. Angustia. (Dimensión del Otro Real)
- El reconocimiento del propio goce sexual con su “hace-pipí”. Se siente incapaz frente a la excitación de su cuerpo de goce: “Moción pulsional”. (Dimensión del propio Real)
- La transgresión del orden establecido es que Juanito se inclina y toma partido, proponiéndose como aquello que cubre a la madre de la exigencia paterna; pero a la vez, Juanito «está amedrentado por ese goce”.
- El síntoma es una solución de compromiso. La fobia va a aparecer como una respuesta sintomática a la angustia que le provoca el desencuentro entre los diversos goces. El síntoma es una construcción que representa:
- le da un poco de reconocimiento a su goce fálico (imaginario).
- Hostilidad[7] y rivalidad con el Padre. (Simbólico) Amenaza de castración.
- Ser el objeto de la sexualidad materna, (Real).
- El ser de Juanito se compromete con un significante en lo real, el caballo hace “luft”, algo sin sentido, “asemántico»[8], que se escucha como algo alusivo al goce femenino. La fobia se concreta a partir de una localización en la imagen que adquiere lo real del goce (propio y ajeno). El caballo relincha y se revuelca, i(a). (Agujero en lo Imaginario).
La respuesta de Juanito a este complejo de goces, en el seminario IV es nombrado como regresión[9], pero ahora toma fuerza la lectura del estatuto de síntoma en confrontación con el Otro Real en la madre mujer. Lacan recuerda que el período de la infancia es decisivo, en la medida en que en este momento se «cristaliza para el niño eso que hay que llamar por su nombre, a saber, los síntomas»[10].
El goce femenino deja sus marcas, o hecha fuertes raíces en el parlêtre. Es indispensable que el sujeto reconozca su respuesta frente a ese goce Otro –Como dice Lacan – porque ahí es “… donde
[1] Freud, Sigmund. Inhibición, síntoma y angustia. En Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, 1980, vol. XX. Páginas 73-164.
[2] Pág. 102.
[3] Pág. 146.
[4] Lacan. Nota sobre el niño. Otros escritos. BsAs, Paidós, 2012.
[5] Idem.
[6] Miller, J.A. Prefacio. Helene Bonnaud, El inconsciente del niño. Ed. Gredos. Barcelona, 2017. Pág. 16
[7] Las pulsiones amenazan de “graves enfermedades si uno se entrega a la libertad pulsional”[7]. Freud explora todos los posibles mecanismos de control de la amenaza que implica la Pulsión y da todo su valor la “amenaza de castración”. “La exigencia pulsional no es un peligro en sí misma; lo es sólo porque conlleva un auténtico peligro exterior, el de la castración”[7]. Habla en términos de una “lucha” contra lo que llama un impulso peligroso, hostil, al que hay que reprimir.
[8] Solano, Esthela. «El síntoma en el niño». Bitacora. #1.
[9] Lacan Seminario IV, clase 13, Del complejo de castración
[10] Idem.