¿Cuáles son algunas de las consecuencias más significativas para la civilización contemporánea de la presencia del psicoanálisis en la escena del mundo? Precisar cuáles son algunas de esas consecuencias permite situar con mayor claridad las razones por las cuales el discurso analítico es necesario que tenga una presencia efectiva en la época.
Al despuntar el siglo XX, Freud publica su gran obra sobre los sueños, La interpretación de los sueños, la cual, además de producir una teoría inédita sobre un fenómeno singular, extraordinario y aun enigmático como es el sueño, propone allí una teoría del inconsciente que viene a darle cuerpo y consistencia a una serie de hallazgos producidos en los 15 años de finales del siglo XIX, particularmente por Freud, en gran parte establecidos en torno a la histeria. Esos hallazgos y sus desarrollos posteriores (de los cuales algunos se realizan ya en el ámbito lacaniano), uno a uno, van a tener implicaciones diversas, varias de ellas, profundas y decisivas para la modernidad, si bien no todas aun incorporadas plenamente por la modernidad occidental. Entre las principales están las siguientes:
1.- De la palabra y su escucha
Una primera construcción, de consecuencias múltiples y profundas para la vida de los sujetos y para la civilización, es la de renovar radicalmente la concepción que se tenía acerca del valor de la palabra y de la escucha: como forma de tratamiento de lo sintomático de la subjetividad humana, pero más allá de ello, como forma de relación con el semejante.
Ciertamente la palabra ha tenido, y tiene, un lugar en las civilizaciones, inclusive en su condición de instrumento para buscar soluciones a los males de los humanos. Ésta ha existido desde siempre bajo la forma de conjuros, de ruegos y de ritos mágico-religiosos, lo que incluye la oración y la confesión. Y desde luego las civilizaciones han conocido, de antaño, el arte de la palabra y el lenguaje, a través de la poesía y la literatura; aun con la retórica y a partir de los múltiples estudios sobre las lenguas y el lenguaje, los que se han producido en diversos contextos.
Pero con el psicoanálisis aparece una formalización nueva que se produce a partir del examen específico de la naturaleza y función del campo de la palabra y del lenguaje en la subjetividad. Ésta se basa en el hecho de que, darle la palabra al que sufre, y que éste disponga de una escucha rigurosa, muchas veces alivia y aun cura. Ello en tanto no se trata de una mera complicidad, de un acto amistoso o de un intercambio de información, sino de abrir una posibilidad para que se produzca una subjetivación de aspectos singulares que constituyen al hablante. En esa dirección se llega a definir que para que esa escucha adquiera la potencia que le es posible, el oyente debe haber interrogado la radicalidad y la rebeldía de sus prejuicios y de sus obstáculos subjetivos, que tantas veces impiden escuchar de manera cierta lo que dice el otro. Reconoce así y, en primer lugar, la necesidad del análisis de los psicoanalistas.
Esa valoración de la palabra del otro y de la escucha, ha tenido implicaciones múltiples, ya que desde allí se han interrogado prácticas de todo tipo; no solo aquellas relativas a la salud mental en el sentido más restringido del término (como algunas formas de la psiquiatría, o de la psicología clínica), sino todo tipo de prácticas sociales, al afectar, de una u otra manera, campos como la práctica médica, la crianza de los niños, el ejercicio de múltiples formas de la educación, la concepción de los derechos de comunidades de diverso tipo, antes excluidas del derecho a la palabra y a la escucha. Y otras más. Dicho de otra manera, es un hecho que no solo apunta a una práctica, sino que tiene una amplia cantidad de efectos en la vida colectiva.
En consecuencia, este es un gran campo que va más allá del ejercicio de la práctica analítica y de los consultorios, dado que sus implicaciones son también políticas, éticas y epistémicas.
2.- De lo singular
Un segundo campo que exige que se ponga de relieve en este orden de ideas, y cuyas consecuencias son inmensas para la civilización, es la construcción de un saber, de una práctica y de una investigación acerca de lo singular, perspectiva con la cual el psicoanálisis busca darle un lugar a este orden en todos los ámbitos de lo existente.
Entender lo anterior exige ante todo intentar precisar qué se entiende bajo el término de lo singular. Para el efecto se puede partir de que cuando se habla en psicoanálisis, como en lógica, de lo singular, se habla de aquello que hace que algo sea único, irrepetible e inclasificable en tanto tal. Es lo que hace “la diferencia absoluta” con todo lo existente.
Lo singular no es, por tanto, algo que sea compartido con otro; es lo que queda, por definición, excluido de todo conjunto en el cual haya más individuos. En ese sentido, se puede decir que todos los humanos somos singulares en cuanto a un plano decisivo que nos caracteriza. El psicoanálisis, como práctica, apunta a establecer lo que es singular de cada sujeto, si bien el sujeto puede tener características que no sean singulares. Así, alguien puede ser histérico, por ejemplo, pero no es la histeria aquello que busca el psicoanálisis circunscribir a través de un análisis en un analizante, sino su más específica singularidad, así su histeria sea algo que importa para un análisis.
Interesa destacar en la perspectiva de situar la naturaleza y el lugar en la época de este registro, que es posible afirmar que el psicoanálisis ha llegado a ser el guardián en nuestro tiempo de la posibilidad de que haya un espacio para lo singular en la comprensión de lo que es la vida humana y aun más allá de ésta. En la civilización contemporánea todo está hecho para borrarlo, en favor de lo universal y de lo particular. Hay una voluntad profunda en la época para prescindir de la singularidad de los humanos y aun de toda otra singularidad.
Es necesario añadir que lo singular no solo es una característica de los humanos, sino que en lo real todo es singular. Roma es singular, el árbol de cualquier lugar es singular, el perro que quise un día, es singular y así sucesivamente. Pero hay un empuje muy fuerte para homogeneizar todo a través de múltiples formas, empezando por el lenguaje mismo, ya que el lenguaje en sí es un sistema de producción de conjuntos, de clasificación de las cosas del mundo. Pero la civilización contemporánea busca además clasificar a los humanos y al mundo en categorías desde las cuales sea posible instrumentalizar la vida en su empeño de tecnificar toda relación con lo existente. El individuo es una de ellas, de significación notable en ese sentido.
Se debe precisar por tanto que muy a menudo lo singular se le confunde especialmente con algunos conceptos que le son esencialmente diferentes. Lo singular no es el individuo. Éste comparte con los de su naturaleza, múltiples características por lo cual los individuos se pueden comparar entre sí, se les puede sumar y en su sumatoria pierden lo que es propiamente singular. En ese sentido la defensa de lo singular no es la defensa del individualismo, a pesar de que pueda llegar a incurrir en ello. Lo singular tampoco es lo particular. Lo particular es lo que hace parte de una categoría universal como un caso de esa categoría, la cual define lo esencial de eso que es particular. Existe el tuberculoso, que es un caso particular de la tuberculosis. Si se trata a alguien, como lo hace la medicina, se le trata como un caso particular de la tuberculosis y no como un sujeto singular.
Como se ve el concepto de singular remite en especial a lo real y a la subjetividad. Estas dos problemáticas en especial exigen desarrollos que aquí no se proponen.
Quizás lo que sigue permita comprender mejor los conceptos básicos que están en juego cuando se habla de lo singular:
Ejemplos:
A.- Cuando se dice “perro”, se alude al conjunto de todos los perros posibles. Es lo que se conoce como un universal.
Cada uno de los perros existentes, es lo que llamamos un particular. Es particular dentro del universo de todos los perros posibles, pero goza de los atributos que permite llamarle “perro”.
“Caracola” en tanto se le tome como singular, es un ser que se le define como única, que tiene atributos que ningún otro perro tiene y que por tanto se le define como singular en función del hecho de gozar de características únicas.
B.- La tuberculosis en un universal. Se le llama así porque reúne el universo de todos los casos posibles de tuberculosis.
Cada caso de ese universo, es particular, pero es definido por poseer las características de los casos de tuberculosis. Lo particular es el campo de las prácticas, científicas u otras, en este caso, de la práctica médica.
Ahora bien, si se considera un caso que no pertenece a ningún universo, se habla de lo singular. Es el campo de la práctica psicoanalítica analítica. Y cabe destacar al respecto que para Lacan lo real es lo singular; es lo que ex-siste más allá de la cultura, de la ciencia y del sujeto.
3.- De la concepción de la sexualidad y los diferentes campos de esta donde el psicoanálisis ha jugado un papel relevante
Quizás el campo en donde el psicoanálisis ha producido una mayor cantidad de efectos para la modernidad es en el de la sexualidad. En ese sentido es posible afirmar que las sociedades, una más decididamente que otras, han corregido algunos prejuicios y legislaciones lamentables, han hecho legítimo lo que no lo era y con ello han permitido a muchos seres humanos aliviarse de pesadas cargas que en otras épocas les eran impuestas a muchos, dada alguna posición o actitud frente a la sexualidad; ha servido de fundamento de formas de crianza y educación para que la sexualidad pueda ser pensada ahí por padres, educadores y otros. Ello no resuelve las implicaciones de la inexistencia de la relación sexual, pero si abre opciones y elimina injusticias. Y es oportuno recordar al respecto que, como una forma de oponerse a cambios necesarios, a menudo el psicoanálisis ha sido acusado de pansexualista, con lo cual se quiere decir que éste reduce todo a la sexualidad. No es cierto, aun cuando sin duda le concede un lugar preeminente al goce erótico en todos los campos de la vida humana. Pero también le otorga una significación igualmente importante al empuje que en los humanos se da hacia la muerte. O que existen diversas formas del amor (que no es lo mismo que la sexualidad), o que la ternura tiñe igualmente aspectos decisivos de la vida humana.
Hoy para muchos se ha redefinido la naturaleza y la función de la sexualidad, se la ha despojado, en diversos sectores (no en todos, infortunadamente) de su reducción a que sería un mero instinto, lo cual trae consecuencias para la civilización, en campos como la infancia, las formas de identificación sexual de los humanos, o en los discursos que sostienen una u otra posición al respecto. Hay entonces, en muchos campos de la modernidad, un antes y un después del psicoanálisis en cuanto hace al lugar y significación de la sexualidad en los sujetos y en la cultura.
Algunos de los planos donde su trabajo teórico y práctico ha tenido mayores implicaciones son los siguientes.
3.1.- Los niños son seres sexuados
Con el psicoanálisis se supo que los niños eran seres sexuados. Esto modifica muchas cosas de la concepción de la infancia y de las prácticas relativas a ésta, las cuales van desde la crianza y la educación hasta las legislaciones o el arte.
Que todo niño nazca prematuramente y que deba ser adoptado por sus padres, que requiera ser asistido largamente y de cerca por las figuras parentales (o por quienes cumplan ese papel) para su supervivencia y su desarrollo, es algo que el psicoanálisis invita a estudiar cuidadosamente, lo que ya en sí mismo es una renovación de la posición de la civilización frente al niño, el que, en gran medida era un ser secundario, comparable a los animales domésticos, para pueblos y culturas. Descubren, padres y las sociedades, con las proposiciones del psicoanálisis, que un niño goza en sus vínculos y con su cuerpo, lo que es determinante para su constitución como sujeto; que lo hace de diversas formas, todo lo cual gravita en mucho para su configuración como sujeto. Que si no se reconoce la sexualidad infantil en sus múltiples y complejas facetas, no hay posibilidad de entender al niño. Le da bases a una teoría de la infancia y de sus vicisitudes. Esclarece formas particulares de adhesión, lógicas singulares en las identificaciones sexuales, dadas éstas básicamente en la infancia, huellas múltiples en las relaciones con el Otro y con su cuerpo; también, cómo se producen satisfacciones y traumatismos. Reconoce así lo que ha implicado para el niño poner en juego su pulsión sexual desde el nacimiento, para finalmente llegar a definir formas para resolver su empuje. Todo ello constituye un centro vital de la existencia infantil, desconocido casi completamente, antes de la aparición del psicoanálisis.
3.2.- La sexualidad no es un instinto sino una construcción singular de cada sujeto
Con el psicoanálisis la civilización sabrá que la sexualidad no está determinada por la naturaleza, si bien la constitución biológica juega un papel como condición necesaria para que ésta exista y se pueda desplegar. No aceptar la significación de la experiencia, especialmente de aquella que se tiene en la infancia, es confundir una condición necesaria con la causa. Que la sexualidad humana al menos, sea pensada como una pulsión, como la llamó Freud, y no un instinto, esto es, que no sea una fuerza natural y ciega, predeterminada en sus medios, en sus fines y en su intensidad, es un cambio decisivo, pleno de consecuencias, que contradice en especial la tradición religiosa y científica que adscribía a la sexualidad esencialmente la función de la reproducción como lo esencial de su naturaleza. De diversas maneras la civilización ha debido forzarse a interrogar ese carácter de instinto de la sexualidad, si bien frente a lo que esto significa, de hecho, diversos discursos y múltiples agentes de la cultura, siguen manifestando resistencias; suponerla un instinto simplifica en mucho, sea por caso, el examen del papel de quienes ejercen una función que afecta la forma en que se vive la sexualidad y les exime, a quienes la conciben de tal forma, de asumir responsabilidades que son determinantes; también en el examen de su propia condición de sujetos, quedando así ajenos en general a cuestionamientos de sus propios prejuicios. También simplifica la concepción del cuerpo, al convertirlo en una maquinaria biológica, de la que solo informa la biología, desconociendo su carácter de superficie de goce.
3.3.- La opresión de la sexualidad daña la vida
Con el psicoanálisis se sabrá que la sexualidad, al estar influida y regulada por la cultura y sus agentes, a través de discursos y de actos muy diversos, hace visible que oprimirla, mediante prejuicios, mitos o cualquier otra manera, daña la existencia de los humanos. Es una tesis significativa en especial por sus múltiples consecuencias.
Esta tesis implica que es necesario permitirle espacios libres para que la sexualidad, desde un comienzo, se exprese y se despliegue, si bien también se regule razonadamente. Ello introduce controversias y disputas en la medida en que muchos de los humanos, en especial quienes tienen la función de criar, educar y legislar, se asumen con frecuencia como amos del saber acerca de la sexualidad. Es la pasión por la ignorancia.
Como se podrá suponer, demostrar, como lo hizo Freud y lo hace el psicoanálisis, que la opresión de la sexualidad daña la vida de los humanos en materia grave cuando alcanza formas o grados perniciosos, tiene consecuencias más allá de la comprensión misma de la neurosis y en general de la estructuración del sujeto. Esto debería interesar en campos como la práctica médica, en la crianza de los niños, por tanto, en los funcionamientos de las familias, en la educación, y aun en campos como la política, la religión y en toda actividad que tendría la obligación o el derecho de legislar sobre ella. Prácticas como el aborto, el abuso y maltrato de los niños, la opresión de las mujeres, o la comprensión de la homosexualidad, del transexualismo y de muchos otros hechos análogos, son aspectos que se ven afectados por esa tesis que Freud hizo visible y que el psicoanálisis mantiene viva.
4.- La interpretación de la cultura y la civilización
Seguramente pueda afirmarse que tanto la naturaleza de la cultura y de las civilizaciones, como de sus producciones más significativas han sido significativamente influidas por las tesis psicoanalíticas. Es este un campo muy importante del que solo se hace aquí una enumeración de algunos de estos. En varios de ellos ha intervenido el psicoanálisis para reorientar, reinterpretar, redefinir o aun crear nuevas formas culturales y nuevas interpretaciones de las civilizaciones, con lo cual define un lugar preeminente para el psicoanálisis de la política, de la ética, de la religión y de la ciencia.
En la concepción de la familia, de sus lógicas y de sus ordenamientos.
Allí pueden señalarse como aspectos importantes esclarecidos por el psicoanálisis en lo relativo a la dinámica de la familia, a la importancia del seno materno y del vínculo de la madre con el niño, al papel de su deseo en la vida y desarrollo del niño, a la función parental en general, a la declinación del padre en la época y lo que ello implica, como son ciertos rasgos esenciales del sujeto no concebido bajo un régimen patriarcal. Desde allí, la formación de la moral, cognitiva e intelectual de los sujetos, lo cual pasa primordialmente por la familia, antes que por la escuela o por otras formas de agrupamiento social. También lo que implica la presencia del hermano a partir del lugar que tenga en la familia, por tanto, de la rivalidad en la constitución de la subjetividad.
En la interpretación de la tendencia mortífera y autodestructiva de los pueblos y civilizaciones como fuerza omnipresente y fundamental de la vida social.
Allí sería necesario tener en cuenta ante todo lo que Freud llamó “el débil poder de la razón” y en su defecto, la primacía del goce en los humanos. No es necesario llegar a reconocer la significación de las adicciones más nocivas para situar el empuje autodestructivo que asiste al sujeto. Es bien sabido, por ejemplo, que el odio es dominante en múltiples campos; ello condujo a Lacan a hablar de odioenamoramiento como pasión humana, para destacar así cómo esos dos sentimientos se hallan fundidos. En ese sentido ello puede permitir pensar fenómenos tan determinantes en la vida colectiva como es la guerra, el crimen y la destrucción de mucho.
En la relación con el arte y la literatura como fuente de enriquecimiento central de la investigación de lo humano y de lo existente.
Que el arte y la literatura sean formas elevadas y esenciales de producción de saber y que no lo sea solo la investigación científica, es una posición decidida del psicoanálisis, lo cual conlleva formas de relación con esas prácticas humanas que las ennoblecen y de donde extrae saber.
Restan muchos asuntos por ser considerados. Sean por caso, las posibilidades del psicoanálisis para el estudio y tratamiento de múltiples problemas propiamente médicos (baste señalar las consecuencias que puede tener que se consiga diferenciar en diversos campos de la práctica médica, el cuerpo del organismo); o la contribución del psicoanálisis a algunas formas de creación artística (el llamado “cadáver exquisito” del surrealismo es un ejemplo que se puede mencionar allí, entre muchos); o el interés que tiene el psicoanálisis para la comprensión de la lógica de las religiones, de la política y de las creencias más profundas que sostienen los sujetos; o el lugar del deseo que el psicoanálisis establece que es decisivo para cada ser hablante y el cual juega un papel central en la construcción de toda ética; o la significación de lo íntimo en la vida humana, significación tan severamente puesta en cuestión por la biopolítica contemporánea, por el avance de las autocracias y el uso que le dan a diversos avances de la tecnología. Estos son todos, problemas para emprender en un trabajo más ambicioso.