–
Este texto se realizó gracias a la interlocución con Ana Victoria Saldarriaga, AP, Miembro de la AMP y de la NEL en Medellín.
«¡En el monte de Venus olvidó honor y deber!
¡Qué raro que a nosotros no nos pasen estas cosas[1]!»
Johan Nestroy, citado por Freud
La primera vez que escuché: “no hay relación sexual”, me pareció una expresión brusca. Me preguntaba en ese entonces por su sentido. Sin embargo, hoy, después de un tiempo, me interesa saber cómo llegó Lacan a formular esta afirmación. Yo creería que es una conclusión acerca de la relación sexual, lo que quiere decir que, los tiempos lógicos de su enseñanza, están implicados en esta elaboración. Por tanto, puede ser relevante una búsqueda por esos primeros instantes de ver de Lacan sobre la sexualidad. Los escritos técnicos de Freud, su primer seminario, es un buen lugar para empezar.
Así, que, en una primera búsqueda por este seminario, encontré varias citas interesantes, sin embargo, me quedé con una sobre la función sexual del síntoma, porque me parece que de entrada plantea algo problemático en la sexualidad humana, y, además, rescata lo fundamental de la orientación lacaniana. Dice Lacan en su primer seminario, en el capítulo X, Los dos narcisismos: “Para Freud se trata de mantener un uso bien delimitado -hoy diríamos operativo- de la noción de libido que es esencial a la preservación de su descubrimiento. ¿Sobre qué se funda, en suma, el descubrimiento freudiano? Sobre la aprehensión fundamental de que los síntomas del neurótico revelan una forma desviada de satisfacción sexual. Freud demostró la función sexual de los síntomas en los neuróticos de modo muy concreto, a través de una serie de equivalencias, siendo la última de ellas una sanción terapéutica. Sobre esta base sostuvo siempre que no aportaba una nueva filosofía totalizadora del mundo, sino una teoría bien definida, fundada en un campo perfectamente delimitado, pero enteramente nuevo, que implicaba cierto número de realidades humanas, particularmente psicopatológicas: los fenómenos subnormales, es decir aquellos que la psicología normal no estudia, los sueños, los lapsus, los fallos que perturban ciertas funciones llamadas superiores[2].”
Para poder transmitir lo que pude entender de esta cita y contestar a la pregunta que me llevó a realizar esta búsqueda, se hace necesario aclarar qué es una equivalencia y en qué campo la sitúan Freud y Lacan. Luego, seguiré estas equivalencias a lo largo de un caso, y, por último, intentaré aclarar cómo los síntomas neuróticos son revelación de una desviación sexual. Empezaré entonces por el significado de equivalencia para ubicar su campo.
Una equivalencia es, según la Real Academia Española: Igualdad en el valor, estimación, potencia o eficacia de dos o más cosas o personas. Una cosa puede equivaler a otra, tal como una palabra puede ser sustituida por otra. Esto me dice que estoy en el campo del lenguaje, es decir, en ese campo perfectamente delimitado del que nos habla Lacan en la cita, y en el que se mueve Freud. Por tanto, habrá que tener en cuenta, al hablar de equivalencias, el registro simbólico que funda el campo del lenguaje, el cual abre una posibilidad muy amplia de equivalencias o sustituciones, que van, desde lo fonemático, hasta lo discursivo.
Para seguir estas equivalencias, escogí uno de los dos casos de neurosis obsesiva que Freud presenta en El sentido de los síntomas, la conferencia número 17, de sus Conferencias de introducción al psicoanálisis. Conferencias que, al parecer, Lacan tiene bastante presentes, pues en esta cita da cuenta de una lectura minuciosa, sobre todo de la conferencia que está titulada como: La fijación al trauma, lo inconsciente. Sin embargo, el tema sobre la función sexual de los síntomas, demostrada a través de equivalencias, aparece a lo largo de al menos nueve[3] de estas conferencias de Freud que se encuentran en la segunda parte. Entonces, en El sentido de los síntomas, Freud nos presenta dos casos de la interpretación del síntoma. Y, aunque no encontré la palabra “equivalencia” como tal en ninguno de los dos, si aparecen “permutación”, “sustitución”[4] y varias referencias a lo que es la interpretación del sueño[5]. Esto quiere decir que, para seguir estas equivalencias, debemos tener en cuenta los mecanismos del sueño que Freud plantea: la condensación y el desplazamiento. O, en términos de Lacan, aunque no se correspondan completamente, la metonimia y la metáfora. Tampoco está de más, antes de avanzar, contextualizar el caso en su época, pues estamos hablando de un relato de Freud del año 1916, tiempos en donde se usaba una habitación para cada miembro de la pareja en la noche de bodas y era de suma importancia el tema de la virginidad en la mujer. El matrimonio quedaba consumado con la prueba de la sábana, que en muchas culturas era exhibida a la mañana siguiente. A continuación, entonces, el caso de Freud.
Se trata de una mujer de 30 años, que, dice Freud[6], “corría de una habitación a la habitación contigua, se paraba ahí en determinado lugar frente a la mesa situada en medio de ella, tiraba del llamador para que acudiese su mucama, le daba algún encargo trivial o aun la despachaba sin dárselo, y de nuevo corría a la habitación primera”. Freud dice que este no es el síntoma más grave de la paciente, pero que, a él, a Freud, le despertó el apetito de saber. Y, por medio de cuestionamientos acerca del significado de este correr-de-una-habitación-a-otra, la paciente finalmente recuerda su noche de bodas.
Relata que su esposo, que resultó impotente, esa noche corrió de una habitación a otra para repetir sin éxito el intento. Al otro día, él, su esposo, dice: “Es como para que uno tenga que avergonzarse frente a la mucama, cuando haga la cama”; entonces, “cogió un frasco de tinta roja, que por casualidad se encontraba en la habitación, y volcó su contenido sobre la sábana, pero no justamente en el sitio que habría tenido derecho a exhibir una mancha así”. Freud dice no entender la relación que hay entre el síntoma y este recuerdo. Entonces la paciente lo llevó frente a una mesa de la segunda habitación y “le hizo ver una gran mancha que había sobre el mantel y donde ella se situaba de modo tal que a la mucama no pudiera pasarle inadvertida la mancha”. La acción obsesiva, o el síntoma obsesivo, es entonces, ese que Freud escribe de esta forma: correr-de-una-habitación-a-otra.
Ahora repasaré las equivalencias o movimientos significantes, que Freud y su paciente van encontrando en el análisis, aproximándome al orden en que Freud las va enunciando:
Equivalencia #1: Del sujeto que lleva a cabo la acción: esposo (Ehmann), por esposa (Ehefrau): Metonimia por medio del fonema “Ehe” (Ehe: en alemán: matrimonio)
-En la noche de bodas: El esposo corre de una habitación a otra
-En el síntoma: Ella corre de una habitación a otra
Equivalencia # 2: De objeto: mancha de sangre/tinta roja y mancha en mantel: Sustitución de sangre/tinta, gracias al color rojo en común. Y mancha en sábana, por mancha en mantel
-En la noche de bodas: falta la sangre en la sábana, el esposo la sustituye por tinta roja en la sábana
-En el síntoma: mancha en el mantel
Equivalencia #3: De adverbio de lugar: tinta roja donde no es, por mancha que no pasa inadvertida
-En la noche de bodas: el esposo vierte tinta roja en la sábana, (ahí) en el lugar que no es
-En el síntoma: ella exhibe una mancha en el mantel que, (aquí) no pasa inadvertida
Equivalencia # 4: De preposición: sábana sin mancha por mantel con mancha: Sábana y mantel son equivalentes y la preposición se sustituye por oposición
-En la noche de bodas: sábana sin mancha
-En el síntoma: mantel con mancha
Equivalencia # 5: Sujeto-objeto: Mucama por Freud: Hacer ver a la mucama lo que el esposo no pudo hacer ver esa noche, por hacer ver a Freud la mancha en el mantel
-En el síntoma: Hacer ver a la mucama una mancha en el mantel/la mancha que el marido no pude hacer ver en la sábana
-En el análisis: Hacer ver a Freud lo que hace ver a la mucama: una mancha en el mantel/la mancha que el marido no pudo hacer ver en la sábana
Equivalencia # 6: De objeto: Sustitución que, dice Freud, nos vemos forzados a conceder.
-sábana (Bettdecke) por mantel (Tischdecke): Metonimia por decke (en alemán: superficie)
-cama (Bett) por mesa (Tísch): sustitución a través del lenguaje de los sueños.
Entonces, ¿cuál es el movimiento significante final que le permite al síntoma, expresado como “correr-de-una-habitación-a-otra”, cumplir una función sexual?
Cuando ella corre de una habitación a otra, está repitiendo lo sucedido en la noche de bodas. En el síntoma repite la acción de correr y exhibir a la mucama una mancha en el mantel; pero, de forma inconsciente, lo que exhibe es la tinta roja fallida, como la sangre, que su esposo puso en la sábana en el lugar incorrecto, y, esta a su vez, sustituye la mancha de sangre que falta la noche de bodas. Lo que permite la equivalencia inconsciente o sustitución de sábana por mantel, es el morfema “decke”, que comparten, en alemán, y que quiere decir superficie o cubierta. Y lo que permite la equivalencia inconsciente de cama por mesa, es la metonimia por sinécdoque, es decir, el tipo de metonimia que permite designar algo, en este caso matrimonio, por una de sus partes, cama.
Para soportar esta interpretación, Freud se basa en el “simbolismo onírico”, del cual, ya en esta época de las conferencias, puede tomar provecho. Dice que en los sueños[7], mesa y cama significan matrimonio, muchas veces mesa debe interpretarse como cama, “pues una hace las veces de la otra”. También, en dos expresiones comunes: la primera en inglés: “bed and board” (cama y comida), es decir, pensión completa. Y, la segunda, proveniente de otra en latín: “separatio a mensa et toro” que designaba la separación de los conyugues. Esta se traduce como separación de la mesa y el sofá, o, si se escribe thoro, con h intermedia, quiere decir: cama. Es decir, su interpretación se sostiene en tres puntos: la realidad de la paciente: su noche de bodas puesta en palabras en el trabajo analítico con Freud; el lenguaje de los sueños en otros análisis; y las expresiones lingüísticas equivalentes en latín y en inglés. Podría agregar a estas expresiones el nombre de la canción interpretada por Roberto Carlos, Cama y mesa, una canción de amor de nuestra época que viene a confirmar que estos significantes, “cama” y “mesa”, en nuestra lengua, también guardan relación de equivalencia. O también, una comedia francesa de los años 70, llamada “Bed and Board”, del director François Truffaut.
Ahora, teniendo claro qué es una equivalencia, cuyo campo es el del lenguaje, y cómo aparecen en este caso clínico de Freud, podríamos decir que las equivalencias son el medio a través del cual el síntoma cumple su función sexual. Sin embargo, en la cita, Lacan dice que hay una última equivalencia que es a su vez una “sanción terapéutica”. ¿De qué se trata? Habrá que entender primero la palabra “sanción”, no como castigo, sino como autorización o aprobación que se da a cualquier acto, uso o costumbre[8], o, como se entiende la palabra por analogía en francés: aprobación dada a alguna cosa o algo y que consagra su exactitud, su validez, y su carácter durable. Es sinónimo de consagración, ratificación; por ejemplo: sanción de la experiencia. Entonces, en la conferencia número 27, La trasferencia, encontramos que Freud nos habla de la cura, y de esta sanción terapéutica. Cito a Freud: “Por consiguiente, no pueden ustedes explicar el efecto terapéutico del psicoanálisis refiriéndose al permiso que este daría para gozar sexualmente de la vida. Pero busquen en torno otra cosa. Creo que mientras desautorizaba esa suposición les hice notar algo que debió de ponerlos sobre la pista correcta. Aquello de lo cual nos valemos no puede ser sino la sustitución de lo inconciente por lo conciente, la traducción de lo inconciente a lo conciente. Justo, eso es. Al hacer que lo inconciente prosiga hasta lo conciente, cancelamos las represiones, eliminamos las condiciones para la formación del síntoma y mudamos el conflicto patógeno en un conflicto normal que tiene que hallar de alguna manera su solución. No otra cosa que esta trasformación psíquica provocamos en el enfermo: hasta donde ella alcanza, hasta ahí llega nuestro auxilio. Donde no hay ninguna represión ni otro proceso psíquico análogo que pueda ser deshecho, tampoco nuestra terapia tiene nada que buscar[9].” Hay entonces una equivalencia, que, sobre la interpretación de las primeras, permite la sustitución del sentido inconsciente de un síntoma, por un saber acerca del sentido. Por ejemplo, si volvemos al caso, encontramos que en las primeras equivalencias se va develando el significado del síntoma, se va desglosando: esposo por esposa, sangre/tinta por mancha, sábana por mantel. Pero no es hasta que la paciente sustituye el sujeto del enunciado “mucama” por el sujeto del enunciado “Freud”, haciéndolo mirar la mancha en el mantel, que Freud y la paciente, como sujetos de la enunciación, logran comprender el sentido del síntoma, su función. A partir de ese momento, el sentido inconsciente del síntoma deviene consciente, es la equivalencia que sanciona las demás y promueve la cura. En otras palabras, cuando esta paciente de Freud encuentra que su insistente correr-de-una-habitación-a-otra, tiene como función hacer ver la sangre fallida, esa que no hubo la noche de bodas, una sangre que no se puede ver, entonces, habrá dejado de correr de una habitación a la otra.
Si bien es cierto que estos movimientos significantes, tanto en la formación del síntoma, como en su interpretación, son posibles gracias al lenguaje, no hay que olvidar que esa “economía del significante” está siempre presente. Ahora, son muchas las referencias de Lacan a este término, economía del significante, escogeré tres de ellas para explicarlo, y poder continuar con otro aspecto importante de la cita en cuestión:
En el seminario 5, Las formaciones del inconsciente, dice Lacan sobre la agudeza:
– “La creación de la agudeza, como hemos visto, es de la misma clase que la producción de un síntoma del lenguaje como el olvido de un nombre. Si ambas pueden, ciertamente, superponerse, si su economía significante es la misma, entonces hemos de encontrar en la agudeza lo que completa – hace un momento les he hecho entender algo sobre su doble función – su función de aspiración en cuanto al sentido, función neológica inquietante, turbadora.” P.45
En el mismo seminario, cuando Lacan habla del chiste del famillonario de Freud, sobre el término significante familiar, dice:
– “Tales observaciones son adecuadas para mostrarles que la vía en la que hemos entrado, la de vincular con la combinación significante toda la economía de lo que está registrado en el inconsciente, nos conduce lejos, nos lanza a una regresión que no va ad infinitum sino que nos devuelve al origen del lenguaje. En efecto, hemos de considerar todas las significaciones humanas como habiendo sido metafóricamente engendradas en algún momento por conjunciones significantes. Consideraciones como ésta no carecen, desde luego, de interés – tenemos mucho que aprender de la historia del significante.” P. 56
Y, en el seminario 7, La ética del psicoanálisis, cuando Lacan habla de síntoma y sublimación, expresa:
– “La sublimación es representada como diferente de esa economía de sustitución en que se satisface habitualmente la pulsión en la medida en que está reprimida. El síntoma es el retomo, vía sustitución significante, de lo que está en el extremo de la pulsión como su meta. Aquí la función del significante adquiere todo su alcance, pues es imposible, sin hacerla intervenir, distinguir el retomo de lo reprimido y la sublimación como modo de satisfacción posible de la pulsión. P.137
La economía significante se trata pues de lo que Lacan llama goce, pero no es el goce aislado de la palabra, sino, muy por el contrario, un goce enlazado a la palabra. A partir de este lazo, es posible entender y abordar el tema del síntoma desde lo que Freud llamó “ganancia secundaria”, para explicar que los síntomas del neurótico revelen una forma desviada de satisfacción sexual. Cito a Freud, en la conferencia 24, El estado neurótico común, para articular la ganancia secundaria del síntoma con la función sexual y el trabajo analítico. Freud dice: “Señores míos; si ustedes, en calidad de médicos, tratan con neuróticos, pronto dejarán de pensar que los que más se quejan y lamentan de su enfermedad serían los más dispuestos a aceptar un remedio y les opondrían las menores resistencias. Es al contrario. Y comprenderán fácilmente que todo lo que contribuye a la ganancia de la enfermedad reforzará la resistencia de la represión y aumentará la dificultad terapéutica[10]” Esta resistencia, esta ganancia secundaria del síntoma, Lacan la presenta como beneficio de goce, en su conferencia Hablo a los muros. Dice Lacan: “No hay una sola interpretación que no concierna -en lo que ustedes escuchan- al lazo que se manifiesta entre la palabra y el goce. Puede ser que ustedes lo hagan de manera inocente, sin que nunca se hayan dado cuenta de que nunca una interpretación quiere decir otra cosa, pero en fin, una interpretación analítica siempre es eso. El beneficio, ya sea primario o secundario, es un beneficio de goce[11].” Entonces, el síntoma, este “penar estrafalario”[12], pierde fuerza en tanto es interpretado su significado y su sentido. Esto explica, no solo que los síntomas del neurótico revelan una forma desviada de satisfacción sexual, sino que las interpretaciones simbólicas o sobre el registro significante, tengan efectos sobre el goce.
Entonces, teniendo en cuenta el “penar estrafalario” al que estamos sometidos por cuenta del lenguaje, las equivalencias inconscientes que movilizan el síntoma y el goce implicado en la palabra, ¿habrá relación sexual? No. Pero, como lo planteé en un primer momento, es una conclusión de Lacan sobre su trabajo de muchos años, así como de su atenta lectura de Freud. Y, por qué no decirlo, de su esclarecimiento, pues desde su primer seminario hasta los últimos, intenta hacernos ver que en Freud se trata de otra cosa y no de la sexualidad. Ahí donde Freud nos dice: “Pero busquen en torno otra cosa”, dice Lacan, en el seminario 16, en Paradojas del acto psicoanalítico[13]: “La verdad de la que se trata se resume en que la Cosa freudiana, es decir, esta verdad – la Cosa freudiana, esta verdad, es lo mismo-, tiene la propiedad de ser asexuada, contrariamente a lo que se dice, a saber, que el freudismo es el pansexualismo. Solo que como el ser vivo, que es este ser por el que se vehicula una verdad, tiene función y posición sexuales, resulta de ello que no hay relación sexual, en el sentido preciso de la palabra, donde una relación es una relación lógicamente definible.”
La expresión “no hay relación sexual”, es una sanción sobre la relación sexual. En la frase que Freud retoma de la parodia de Johann Nestroy «¡En el monte de Venus olvidó honor y deber! ¡Qué raro que a nosotros no nos pasen estas cosas[14]!», encontramos que la primera exclamación es una fantasía, y, la segunda, nos habla justamente de la no de la “no relación sexual”. ¿Qué remedio para el mal? Tal vez un consejo bien antiguo, el de Celestina a Pármeno, en el primer acto de la tragedia. Celestina le dice[15]: “El deleite es con los amigos en las cosas sensuales y especial en recontar las cosas de amores y comunicarlas: esto hice, esto otro me dijo, tal donaire pasamos, de tal manera la tomé, así la besé, así me mordió, así la abracé, así se allegó. ¡Oh qué habla!, ¡oh qué gracia!, ¡oh qué juegos!, ¡oh qué besos! Vamos allá, volvamos acá, ande la música, pintemos los motes, cantemos canciones, invenciones, justemos, qué cimera sacaremos o qué letra. Ya va a la misa, mañana saldrá, rondemos su calle, mira su carta, vamos de noche, tenme el escala, aguarda a la puerta. ¿Cómo te fue? Cata el cornudo: sola la deja. Dale otra vuelta, tornemos allá. Y para esto, Pármeno, ¿hay deleite sin compañía? A la fe, a la fe: la que las sabe las tañe. Este es el deleite; que lo demás, mejor lo hacen los asnos en el prado.” No hay remedio. El deleite, el goce, goce de la lengua, está en el decir, en el contar, al menos eso queda del no hay relación sexual, conclusión de Lacan.
[1] Johann Nestroy, citado por Freud. Obras completas. Conferencias de introducción al psicoanálisis. (parte II) Tomo 16. Amorrortu.P.293
[2] Lacan J. Los escritos técnicos de Freud. (1953- 54) Seminario 1. Ed. Paidós. P.184
[3] Psicoanálisis y psiquiatría, El sentido de los síntomas, La fijación al trauma, lo inconsciente, Resistencia y represión, La vida sexual de los seres humanos, Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales, Algunas perspectivas sobre el desarrollo y la regresión, Los caminos de la formación de síntoma, El estado neurótico común.
[4] “La formación de síntoma es un sustituto de algo diverso, que está interceptado. Ciertos procesos anímicos habrían debido desplegarse normalmente hasta que la conciencia recibiese noticia de ellos. Esto no ha acontecido, y a cambio de ello, de los procesos interrumpidos, perturbados de algún modo, forzados a permanecer inconcientes, ha surgido el síntoma. Por tanto, ha ocurrido algo así como una permutación; si se logra deshacerla, la terapia de los síntomas neuróticos habrá cumplido exitosamente su tarea” Freud S. Obras completas. Conferencias de introducción al psicoanálisis. (parte II) Tomo 16. Amorrortu.P.256
[5] Al igual que el sueño, el síntoma figura algo como cumplido: una satisfacción a la manera de lo infantil; pero por medio de la más extrema condensación esa satisfacción puede comprimirse en una sensación o inervación únicas, y por medio de un extremo desplazamiento puede circunscribirse a un pequeño detalle de todo el complejo libidinoso. Freud S. Obras completas. Conferencias de introducción al psicoanálisis. (parte II) Tomo 16. Amorrortu. P.334
[6] Freud S. Obras completas. Conferencias de introducción al psicoanálisis. (parte II) Tomo 16. Amorrortu. P. 239.
[7] En el sueño, de igual modo, hartas veces es vista una mesa que, empero, ha de interpretarse como cama. Mesa y cama, juntas, significan matrimonio, y entonces fácilmente una hace las veces de la otra. Freud S. Obras completas. Conferencias de introducción al psicoanálisis. (parte II) Tomo 16. Amorrortu. P. 240
[8] Sanción. RAE. https://dle.rae.es/sanci%C3%B3n
[9] Freud S. Obras completas. Conferencias de introducción al psicoanálisis. Amorrortu. P.395
[10] Freud S. Obras completas. Conferencias de introducción al psicoanálisis. (parte II) Tomo 16. Amorrortu. P. 349
[11] Lacan J. Hablo a los muros. (1971-72) Editorial Paidós. P. 31
[12] Freud S. Obras completas. Conferencias de introducción al psicoanálisis. (parte II) Tomo 16. Amorrortu. P.237
[13] Lacan J. De un otro al otro. (1968-69) Seminario 16. Ed. Paidós. P. 314
[14] Johann Nestroy, citado por Freud.S. Obras completas. Conferencias de introducción al psicoanálisis. (parte II) Tomo 16. Amorrortu. P.293
[15] Fernando de Rojas. La Celestina. Versión Moderna PDF