
FREUD, 1908: “NO HAY RELACIÓN SEXUAL”
Por: Vicente Palomera
En Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad (1908), Freud describe que el fantasma inconsciente resulta de la soldadura de dos elementos heterogéneos: de algo que concierne al autoerotismo, al goce del cuerpo propio (goce de una de las zonas erógenas) y, de otro lado, las representaciones de deseo, ligadas al amor del objeto. El fantasma no es más que esa soldadura de un goce que no concierne al Otro –goce autoerótico– y el amor de objeto. En un análisis descubrimos que el goce que se descifra en los síntomas es siempre “heterogéneo” a los vínculos de amor.
De todo esto se constata la existencia de una carencia en el inconsciente mismo, a saber, que el lenguaje con todos sus significantes nunca logra inscribir del todo el goce sexual.
Hay en lo simbólico un agujero que se manifiesta clínicamente de un modo preciso y patético a la vez. En efecto, los seres hablantes se interrogan sobre su llegada al mundo y preguntan a sus ascendentes sobre su existencia: “¿por qué me has hecho nacer?” Una pregunta que no encuentra respuesta en lo simbólico. Freud lo descubre de un modo preciso al señalar que, en todos los niños, en un momento de su existencia, se produce una especie de obsesión alrededor de la pregunta: ¿de dónde vienen los niños? No es el único fenómeno que permite darnos cuenta de que el ser viviente no está inscrito en lo simbólico, también lo constatamos al nivel sexual, cuando vemos que el primer encuentro del niño con el goce generalmente produce un shock, ya se trate, en el varón, de las primeras erecciones o la constatación de la diferencia de sexos; o, en la niña, en el encuentro con la diferencia de los sexos, de los primeros descubrimientos sobre el órgano masculino. Estos encuentros tienen lugar de modo discontinuo, desencadenando una fuerte actividad de pensar, es decir, intentando metabolizar en lo simbólico aquello que el sujeto encontró.
También en 1908, en su artículo sobre Las teorías sexuales infantiles, Freud explica este proceso y dice que el discurso que se le transmite a un niño, cuando se trata de dar cuenta de la existencia y del sexo, es tan vacío y carente, que el niño se ve obligado –a la edad de cinco o seis años– a transformarse en un inventor. Las “teorías sexuales infantiles” son invenciones realizadas a partir de lo que el niño o la niña no saben y también sobre lo que no se les dice.
Freud nos da una tesis sobre la invención: cuando el niño o la niña no sabe lo que ocurre entre un hombre y una mujer, en la cama, inventa una ficción. Ahora bien, no lo hacen a partir de nada. Freud observa que los niños inventan una ficción a partir de un goce que ya conocen. En efecto, los niños que ya han experimentado algunos goces, por ejemplo, orales o anales, inventan que entre un hombre y una mujer debe tener lugar algo a este nivel. Por tanto, las “teorías sexuales infantiles” están orientadas por sus pulsiones actuales cuando inventan sus teorías sexuales. La tesis de Freud es que el goce, ya se trate de la existencia o del sexo, no está inscrito en lo simbólico, es decir, no hay lenguaje alguno que responda allí.
En este sentido, se entiende la sorprendente fórmula que Jacques Lacan propone para traducir este descubrimiento de Freud: “No hay relación sexual”. Esta fórmula está escrita en singular. La frase requiere algunas explicaciones, ya que evidentemente existe una relación con el sexo. Cada sujeto se refiere a la sexuación y, además, hay relaciones entre los hombres y las mujeres; es un hecho. Sin embargo, el “no hay relación sexual” significa que entre los hombres y las mujeres existe una relación, un vínculo posible de amor y de deseo, pero al nivel del goce, incluso el goce de la relación sexual, no hay relación. Más que unir, el goce es siempre “autista” (siempre se goza solo e, incluso si se goza al mismo tiempo que el otro, no se goza del Otro y tampoco con el Otro).
Es cierto que el amor sueña con la fusión, el sueño de ser “una sola carne” con el otro, pero hay una evidente disyunción del amor y del goce. La fórmula “no hay relación sexual” se declina de modo diferente en cada una de las neurosis. El sujeto histérico, protesta contra el goce en nombre del amor, especialmente contra el goce masculino que no comparte. Por el contrario, el neurótico obsesivo, cautivado por un goce que no llega a olvidar, encuentra problemas con el amor. En cualquiera de los dos casos, se trata de formas distintas que muestran que entre el goce y el vínculo de amor y de palabra con el otro hay un verdadero hiato.
Tomado de: http://ampblog2006.blogspot.com/